domingo, 25 de octubre de 2009

¿Por qué es tan importante la educación infantil?
Algunos datos científicos

Las experiencias en la infancia temprana forman los circuitos neuronales que constituyen la arquitectura del cerebro y subyacen las habilidades sociales, emocionales y cognitivas. Una vez que los circuitos maduran, los efectos del medio sobre la arquitectura del cerebro son irreversibles. Los períodos sensibles para los circuitos que realizan procesos computacionales más fundamentales tienden a cerrarse antes que aquellos circuitos de orden superior, ya que estos últimos dependen de la información precisa y confiable que le proveen los primeros. O sea, “el aprendizaje temprano engendra aprendizaje posterior, y las habilidades engendran habilidades” (Knudsen et al. 2006). Durante los primeros seis años de vida el niño construye un complejo sistema neurológico que le permite caminar, expresarse, analizar, cuidar, amar, jugar, explorar y formar una personalidad única. Las experiencias en esta etapa forman sus órganos y su estructura mental, se encarnan en él y formarán parte de su ser durante toda su vida. El 50% de la maduración del los circuitos neuronales se da entre los 0 y los 4 años, el 30% entre los 4 y los 8 años.
El premio Nobel de economía del año 2000, James Heckman, realizó un estudio longitudinal de costo-beneficio de las inversiones en educación inicial y concluyó que la inversión en esta área: “es una de esas políticas públicas inusuales que promueven la productividad en la economía al mismo tiempo que apela a la justicia social”. Sus cálculos, basados en un análisis longitudinal con datos del Perry Preschool Project de Michigan revelan una tasa de retorno del 15 al 17%, mientras que la relación costo beneficio es de 1 a 8 (por cada dólar invertido se obtiene un beneficio de 8 dólares).
Heckman hace hincapié no solo en las capacidades cognitivas, sino también en las capacidades no-cognitivas, o sea, emocionales y sociales, como la motivación, la socialización, la perseverancia y la auto-regulación, que si son adquiridas suficientemente temprano establecen las bases para el aprendizaje y los logros durante toda la vida. Entre los beneficios se cuentan la productividad individual, una fuerza laboral más capacitada, reducción de crimen y de los costos del desempleo (subsidios y programas de capacitación laboral, entre otros).
Un estudio financiado por el gobierno del Reino Unido[1] revela datos interesantes que amplían los anteriores. Este es el estudio longitudinal más extenso que se haya realizado hasta ahora sobre la efectividad de programas de pre-escolar y primaria en el mundo. Entre otras cosas, el estudio evalúa el impacto de la educación preescolar en el desarrollo cognitivo, social y emocional de los niños a los 7 y a los 11 años de edad. Entre sus conclusiones, el estudio demuestra que la calidad de la intervención en el nivel preescolar es muy importante. En general, los niños que tuvieron una educación preescolar de baja calidad no mostraron beneficios cognitivos ni sociales a largo plazo (a los 11 años de edad). Una educación pre-escolar de calidad y efectiva que atiende ambos aspectos, el cognitivo y el socioemocional, mejora el rendimiento académico en general y promueven la inclusión social. Además, el estudio revela que una educación pre-escolar de calidad suple o protege contra una educación primaria de baja calidad, o sea los niños/niñas con una educación pre-escolar de calidad media a buena que posteriormente acuden a una escuela primaria de baja calidad, a los 11 años de edad tienen un rendimiento comparable a los niños que fueron a una escuela primaria de buena calidad.
Teniendo en cuenta todos estos datos es evidente la necesariedad de una educación infantil de calidad, que sea capaz de ayudar a cada niño/a a alcanzar las cotas más altas de su potencial intelectual, social y emocional; que respete las individualidades de cada uno, para así apostar por una sociedad plural; que eduque en valores sociales como el respeto, la compasión, la implicación social, valores que todos sabemos que nos hacen mejores personas, y por lo tanto engrandecen las sociedades que los poseen.